Enormes rocas caprichosamente dispuestas recrearán pasadizos y mil recovecos donde se esconden animales más tímidos como los pulpos y serranos.
Podrás acceder al agua por la playa de arena o, mejor por la escalera que está junto a las rocas. Desde allí saldrás de la protección de la playa y te dirigirás hacia tu izquierda, paralelo a la escollera pero algo separado de ella para coger inicialmente un poco de profundidad. Enseguida aparecerán las piedras de medio tamaño e inmediatamente las excelentemente conservadas praderas de posidonia donde pacen enormes grupos de salpas que devoran esta planta.
Continuamente harán su aparición grandes cantos aislados aunque, a medida que nos acerquemos hacia la parte final del acantilado que comunica con la vecina cala Baladrar, surgirán enormes rocas caprichosamente dispuestas que recrearán pasadizos y mil recovecos donde se esconden animales más tímidos como los pulpos y serranos donde están atentos a sus presas las doradas y lubinas. En la parte más alta de estas rocas el fondo es de unos escasos 2 metros pero su base asienta 8 metros. Tras rodear estos ciclópeos materiales invertirás el sentido y aproximándote a la costa, vuelven a hacer su aparición la posidonia y los bloques de rocas cubiertas por algas marrones y rojizas y por abundantes ejemplares del alga padiva pavonica, indicativa de la buena salud de esta aguas.
Entre la posidonia se esconden tordos y patrullan los espetones, a la busca de agujas y otras pequeñas especies. Es habitual localizar entre las rocas y la posidonia vistosas estrellas junto a sus vecinos los erizos de mar.
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